miércoles, 7 de agosto de 2013

De cuando no se sabe sobre qué escribir



No quisiera molestar. Lamento las disculpas”



Hay ocasiones en las que no se sabe muy bien sobre qué escribir. Sobre un papel, dirían los más avezados. Pero lo cierto es que la vida de un papel no suele resultar muy interesante, al menos (y valga la redundancia) sobre el papel. Sin embargo, un papel puede llegar a dar mucho juego, fundamentalmente si se manifiesta en su formato más grueso (cartón) y uno se halla en un bingo. Un papel se puede interpretar, o también desempeñar sin necesidad de acudir a una casa de empeños. Unos papeles suponen la diferencia entre residir legalmente en un país o no hacerlo. Un papel es un papel. Un papel puede ser moneda, pero higiénico también. Un papel puede ser todo, y nada a la vez.

Hoy estoy en blanco, como esta hoja que aquí veis. Recordad que por poco importantes que sean, no conviene perder los papeles. Lo mejor, guardar la calma y evitarse un papelón.

También es verdad que podría escribir sobre mí mismo. Pero es que hoy no me quedan ganas. Ya me he duchado, y cubrir mi piel de letras escritas a bolígrafo es lo último que quisiera hacer a estas horas.
 
 
 

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