“No
quisiera molestar. Lamento las disculpas”
Hay
ocasiones en las que no se sabe muy bien sobre qué escribir. Sobre
un papel, dirían los más avezados. Pero lo cierto es que la vida de
un papel no suele resultar muy interesante, al menos (y valga la
redundancia) sobre el papel. Sin embargo, un papel puede llegar a dar
mucho juego, fundamentalmente si se manifiesta en su formato más
grueso (cartón) y uno se halla en un bingo. Un papel se puede
interpretar, o también desempeñar sin necesidad de acudir a una
casa de empeños. Unos papeles suponen la diferencia entre residir
legalmente en un país o no hacerlo. Un papel es un papel. Un papel
puede ser moneda, pero higiénico también. Un papel puede ser todo,
y nada a la vez.
Hoy estoy en
blanco, como esta hoja que aquí veis. Recordad que por poco importantes que
sean, no conviene perder los papeles. Lo mejor, guardar la calma y
evitarse un papelón.
También es
verdad que podría escribir sobre mí mismo. Pero es que hoy no me
quedan ganas. Ya me he duchado, y cubrir mi piel de letras escritas a
bolígrafo es lo último que quisiera hacer a estas horas.
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