A veces la realidad
supera a la fricción. ¡Oh, cielos! ¿He dicho fricción? ¡Qué
desafortunado contratiempo! A decir verdad, sé que todo el mundo
sabe realmente a lo que me refiero. Deben de ser los nervios, que
asoman bajo la hoja en blanco. Vamos otra vez al principio.
En ocasiones, la realidad
supera a la fruición. Creo que tampoco era esto, aunque cierto sí
que es. Al menos, podría ser. Vamos, digo yo... A ver, dejadme que
me centre. Ahora. Ya va. Comienzo de nuevo, que esto no tiene por qué
ser tan difícil.
A veces la realidad
supera a la micción. Esto no va bien en absoluto. Me vais a
disculpar, pero creo que me he despistado, o meé despistado... No
estoy seguro del todo, pero creo que da lo mismo...
Hay momentos en los que
la realidad supera a la dicción. Digo bien. Pero me temo que tampoco
era esto lo que estabais pensando. Ni yo.
A veces la realidad
supera a la adicción. No. Bueno, sí. Pero no. La verdad es que en
estos momentos me cambio a la voz pasiva para confirmar abiertamente
que la realidad está siendo superada ampliamente por la frustración.
Pero esto no puede quedar así. Creo que este desaguidaso de post
merece una breve pero clara explicación.
Lo cierto es que no me
puedo concentrar. Mientras escribo (o lo intento) estoy viendo
(obviamente con las orejas) en la “SRF”, o lo que es lo mismo, en
la “Schweitzer Radio und Fernsehen” una película llamada “Zurück
in der Zukunft”, que os sonará más si os digo que en español
significa “Regreso al Futuro”. Y lo más curioso de todo es
que entiendo lo que dicen (sí, sí, en alemán). Hoy esto es una
realidad. Hace seis meses, ficción. Imagino que ya os hacéis una
idea.
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